El desarrollo acelerado de la biología y la genética moleculares en las últimas décadas está revolucionado tanto el diagnóstico de las enfermedades como su adecuado tratamiento. Del diagnóstico semiológico tradicional se está pasando poco a poco al diagnóstico molecular en todas aquellas enfermedades debidas a alteraciones genéticas, entre las cuales se encuentran la mayor parte de las llamadas “enfermedades raras”. No menor es la revolución que se está produciendo en el tratamiento, dado que el estudio de los genes de susceptibilidad ante ciertos fármacos permite seleccionar los candidados idóneos para ellos, excluyendo todos aquellos en los que su administración no solo no puede resultar beneficiosa, sino que en ciertos casos puede ser peligrosa o incluso mortal.


A esto se ha dado el nombre, claramente impropio pero ciertamente muy comercial, de “medicina personalizada”. En filosofía es tópico distinguir al individuo de la persona, dado que ambos conceptos aluden a realidades distintas, no solo porque el primer término puede aplicarse a los animales pero no así el segundo, sino también porque son conceptos diferentes incluso en aquellos sujetos que cumplen ambas condiciones a la vez, como sucede en los seres humanos. En cualquier caso, esto que se ha dado en llamar “medicina personalizada” es en el rigor de los términos algo más modesto, a pesar de su importancia, que debe llamarse “medicina individualizada”, o quizá aún mejor, como insinúa el título de este libro, “medicina de precisión”. Algo que supone, en cualquier caso, un claro avance sobre todo lo anterior.