La ética juega en las sociedades secularizadas modernas un papel similar al que desempeñaban las religiones en las sociedades anteriores. El buen orden social exige que las personas asuman como propias las normas de conducta que deben regir su comportamiento individual y colectivo. En las sociedades tradicionales, ese papel lo desempeñaban los códigos religiosos, e incluso siguen desempeñándolo hoy en sociedades relativamente próximas a la nuestra, pero que nosotros observamos, por ello mismo, con clara distancia, no solo geográfica sino también mental y vital. Nosotros, los occidentales, ya no nos sentimos reflejados en ellas, precisamente porque vivimos en una sociedad que, por ello mismo, calificamos de “secularizada”. En esta las reglas de conducta colectiva y la convivencia social se basan en criterios que ya no son religiosos. Lo cual explica la importancia que en ella ha cobrado la Ética.