El libro de Concha Gómez Cadenas recupera para la historia uno de esos personajes en los que la aparente irrelevancia y hasta fracaso de su actividad pública va unida a una impresionante, modélica y aleccionadora personalidad interior. No es un fenómeno inusual, y menos único, pero quizá por ello resulta más valioso. Suele sucederles a todos aquellos que, en aras de un importante ideal humanitario, toman partido por una opción que al común de la sociedad puede parecer radical, o lo que es peor, intolerable. Es algo que a lo largo de la historia nos encontramos con cierta frecuencia en personas poseídas de grandes ideales, por lo general religiosos. No es el caso de la protagonista de esta historia, Amparo Poch, que no dedicó su vida a un ideal religioso, o quizá sí, sino a esa especie de religión secularizada que ha sido desde sus orígenes y es el anarquismo.